Últimamente en España las cirugías de lipedema van ganando terreno y cada vez veo más y más pacientes a través de las redes sociales que deciden optar por un tratamiento quirúrgico. Pero seguramente muchas otras se preguntarán cómo es realmente el postoperatorio y qué se puede esperar durante las primeras semanas y meses tras la cirugía para poder hacerse así una idea de si es la decisión correcta para ellas.
Recientemente recibí un comentario muy desafortunado que me hizo rabiar y reír a partes iguales. El comentario en concreto fue que ‘someterse a la cirugía es ir por el camino fácil‘. Nada más escucharlo no pude evitar soltar una carcajada. Lo encontré hasta irónico. Y es que pensé que si esa persona realmente supiera por todo lo que había pasado, en ningún momento se le ocurriría calificar el proceso como un camino fácil o sencillo. Nada más alejado de la realidad y si no que se lo pregunten a mi familia que han estado acompañándome desde el primer minuto. El problema es que la palabra ‘liposucción’ es una palabra cargada de prejuicios.
Más tarde, pensándolo mejor, ese mismo comentario me hizo reflexionar que es cierto que desde fuera puede parecer que sea así. Normalmente vemos fotografías en redes sociales de cambios de antes y después, pero no vemos todo el proceso entre medias. Yo misma soy culpable de esto. No es que quisiera ocultar las partes difíciles ni nada por el estilo, simplemente en esos momentos estaba tan cansada y agotada que lo último que me apetecía era documentarlo. Aún así, creo que es importante hablarlo y por eso quiero contar mi experiencia en el postoperatorio.
Someterse a una cirugía no es una decisión que se deba tomar a la ligera. Yo soy partidaria de ir siempre bien informada y de estar preparada para lo peor porque de esta manera podrás reaccionar mejor a las situaciones que se te vayan presentando. Tengo que reconocer que fui a mi primera cirugía un poco ‘ilusa’ e ‘inocente’. A pesar de que había leído bastante sobre ello en diferentes foros y grupos de facebook, cuando llegó el momento de la verdad sé que en el fondo no estaba preparada mentalmente. Quizás físicamente sí, pero no esperaba todo lo que llegaría después. Esa es una de las razones por las que pienso que mi segunda cirugía fue más ‘fácil’. En realidad lo que estaba era mejor preparada.
⚠️ Es importante destacar que cada postoperatorio es diferente. Varía según cada persona (edad, estado físico, umbral del dolor, estadio clínico…), depende de la zona intervenida e incluso del cirujano y de la técnica que utilice. Yo sólo puedo hablar desde mi experiencia y contar mi propio postoperatorio.
Sin embargo muchas de nosotras solemos tener varias cosas en común y una de ellas es definir el postoperatorio como una montaña rusa tanto física como emocional. Y es que realmente se vive así. Hay momentos en los que te sientes capaz de todo, con fuerza y energía, piensas que haberte operado es la mejor decisión del mundo e inmediatamente en cuestión de días caes a un estado de bajón en el que lo ves todo negro, no tienes ningunas ganas de seguir con todo el esfuerzo que implica el postoperatorio y piensas que no hay esperanza ni futuro (nos ponemos muy dramáticas, lo sé. Yo he llorado como ninguna). Pero no nos adelantemos y vayamos por partes.

He querido separar el postoperatorio en diferentes etapas hasta llegar al primer año post-cirugía, puesto que pienso que la recuperación completa es un proceso largo que puede llevar bastante tiempo.
Etapa 1: primeras 2 semanas
Nada más despertarte de la cirugía, te sientes maravillosa. Te cuentan cuántos litros te han extraído y te dicen que todo ha salido bien. Ya puedes notar cambios en el volumen de tus piernas a pesar de todo el vendaje que te ponen encima. Y lo mejor de todo: todavía tienes circulando por tu sangre potentes analgésicos y relajantes que hacen que no notes demasiadas molestias, únicamente un poco de dolor pero que piensas que es normal porque literalmente te acaban de operar. Te dices a ti misma: ¡Esto está chupado! ¡Qué exagerada es la gente!
Normalmente te quedas hospitalizada una noche y al día siguiente te vuelves a tu casa/apartamento/hotel dependiendo de dónde eres y en qué ciudad te operas. Una pregunta que me hace mucho la gente es si puedes caminar y la respuesta es que sí, normalmente puedes hacerlo desde el primer momento. El problema es que lo haces muy lento, con una marcha parecida a la de las muñecas de Famosa que se dirigen al portal y hay que tener mucha precaución con mareos y desmayos.
Una vez pasados los primeros días y ya de vuelta a tu casa las cosas empiezan a cambiar. Sin lugar a duda yo creo que lo peor de todo son las 2 primeras semanas. Sé que puede sonar a poco tiempo, 2 semanas de tu vida no son nada, pero verdaderamente se pasa mal. Yo personalmente me cuestionaba todo el tiempo por qué narices me había metido en todo ese proceso. Hay dolor, hematomas, las piernas comienzan a hincharse por la inflamación e incluso adquieren un tamaño aún mayor del pre-quirúrgico. Además, dependes para absolutamente casi todo: para ir al baño, para vestirte, para ir al fisioterapeuta, para cocinar… Esa era una de las partes más difíciles para mí, el no poder hacer actividades básicas de la vida diaria por mi cuenta.
Por no hablar de las duchas… La primera vez que intenté ducharme (sentada con un taburete por supuesto) me desmayé nada más quitarme las medias. Cada vez que hacía un camino corto como por ejemplo del baño a la cocina mi madre iba poniendo sillas por el camino por si acaso me empezaba a marear para que así pudiera descansar y sentarme y no acabara todo en catástrofe conmigo en el suelo y una nariz rota. Mini-consejito del día: desistid de ducharos los primeros días. No merece la pena. Yo al final opté por limpiarme cual gato con unas toallitas y mi madre me lavaba el pelo en el lavabo (no diré durante cuánto tiempo estuve así porque luego me juzgáis).
A todo esto hay que añadirle:
- Las noches se hacen eternas porque no puedes dormir, tienes alteraciones en el ritmo del sueño y no descansas bien.
- Tienes que llevar medias de compresión prácticamente casi 24 horas. Todavía tengo grabado a fuego el momento en el que me tuve que poner las medias de tejido plano recién operada sin la ayuda de la fisioterapeuta por primera vez. Eso debería considerarse oficialmente una tortura medieval.
- Pasas muchas horas en la clínica de fisioterapia con masajes de drenaje linfático. Que por un lado te alivian, relajan y tienes ganas de estar ahí todo el día pero por otro lado tampoco es plan de convertirla en tu segunda casa.
Yo creo que todo este proceso se hace aún más complicado por el sentimiento de culpa con el que solemos cargar. Constantemente hay una vocecita en tu interior que te dice que ‘esto lo has elegido tú’. Sé que muchos postoperatorios de múltiples tipos de cirugías y patologías son duros también, pero en ellos suele haber un proceso de aceptación y adaptación diferente. Si por ejemplo tienes una apendicitis y te tienen que operar, entiendes que estás sufriendo un proceso inflamatorio que hay que frenar porque si no puede acabar muy mal, así que no hay otro remedio y te operas con todas sus consecuencias. Sin embargo, en la cirugía de lipedema partes de un estado en el que te encuentras relativamente bien, llevas años conviviendo con tus piernas y de un día para otro cambias a un estado de incapacidad y dolor en el que es difícil no cuestionarse por qué te has hecho eso a ti misma. De hecho, yo tenía programada una segunda cirugía y en ese momento pensé que ni loca entraba de nuevo a quirófano.
Etapa 2: primeros meses tras la cirugía
Aunque parezca mentira y tras el rollo tan dramático que he soltado, todo ese sufrimiento físico finalmente pasa. En mi caso, a partir del día 12 más o menos empecé a encontrarme mejor físicamente. Recuperas poco a poco tu energía, cada vez vas sintiéndote capaz de más cosas, te vuelves más independiente… Además la inflamación y el edema comienzan a bajar lentamente y empiezas a ver pequeños cambios y ‘logros’ como por ejemplo verte la rodilla por primera vez en tu vida o descubrir nuevos músculos que no sabías ni de su existencia. La ilusión crece y ya no piensas que ha sido tan mala idea.
En mi caso, pasado 1 mes tras la primera cirugía volví poco a poco a mi rutina. Y recalco lo de poco a poco, porque no es que siguiera con mi vida tal cual era antes de las cirugías. Sino que poco a poco volví a ser ‘una persona normal haciendo cosas de personas normales’.
El mayor sufrimiento físico ha pasado pero es entonces cuando la mente empieza a jugártela y lo difícil ahora es gestionar todas las emociones.
En esta segunda etapa te encuentras con lo siguiente:
- Algunos días te despiertas y tienes las piernas maravillosamente bien, desinflamadas y sin un ápice de dolor. Pero otros días vuelven a estar hinchadas y piensas que en vez de avanzar estás retrocediendo.
- Sigues pasando mucho tiempo en el fisioterapeuta. Yo siempre digo que esto de operarse no es únicamente una inversión de dinero sino sobretodo lo es de tiempo y esfuerzo. Llega un momento en el que es difícil compaginarlo con tu vida diaria.
- Las medias de compresión se vuelven tus mejores aliadas y tus peores enemigas al mismo tiempo. No te quieres separar de ellas porque te sientes cómoda cuando las llevas. Es una sensación difícil de explicar si no la has vivido en primera persona, pero cuando no te las pones te sientes muy extraña y desprotegida. Sin embargo, al estar día sí y día también con ellas, acabas un poco hasta las narices de las mismas. Ya no sabes ni cómo combinarlas con el resto de tu armario y se hace todo demasiado monótono. Es como si te dijeran que durante 6 meses tienes que llevar la misma camiseta o el mismo pantalón absolutamente todos los días. Si eres Steve Jobs o practicas el arte del minimalismo quizás no te suponga demasiado esfuerzo pero si eres una persona como yo a la que le gusta la moda, se hace un poco más complicado.
- Además, pueden surgir complicaciones que en el momento te preocupan porque no sabes si tendrán consecuencias a largo plazo. Vas notando pequeñas cosas y sensaciones que no sabes si son normales en todo el proceso de postoperatorio o algo está yendo mal. En mi caso me salieron seromas que finalmente se reabsorbieron por sí solos con ayuda de compresión extra pero no es agradable meterte en un bucle mental en el que piensas que tendrás que lidiar con ellos toda tu vida. Desde mi experiencia, al final casi todo siempre se resuelve de una manera u otra y lo que necesita el cuerpo es tiempo para poder recuperarse. Por ejemplo, una de las cosas que en mi caso más tardó en restablecerse fue la sensibilidad de la zona operada. Tanto en el agua como cuando me echaba crema notaba parestesias y sensaciones raras que duraron bastante tiempo. Por un momento pensé que me acompañarían toda mi vida (tampoco eran muy molestas) pero finalmente desaparecieron.
En definitiva, todas estas pequeñas cosas suman y van agotándote mentalmente. Por eso la ya mencionada montaña rusa emocional. Algunos días te sientes capaz de batallar con todo pero otros no puedes más y te preguntas si todo el esfuerzo merece la pena. En mi caso tengo que decir que había muchos más días buenos que días malos, suelo ser una persona positiva que se centra más en los primeros. A mí me hacían mucha ilusión pequeñas cosas como por ejemplo cuando me compré unas botas altas por primera vez en mi vida o cuando descubrí en primera persona que puede ser incómodo dormir de lado porque ‘te chocan las rodillas’. Tonterías que te hacen continuar.
Etapa 3: desde varios meses después hasta 1 año post-cirugía
Llega un momento en el que el esfuerzo tanto físico como mental y el nivel de implicación en la patología y en la recuperación de la cirugía es tan grande que sientes que necesitas un periodo de desconexión. Yo personalmente prácticamente desaparecí de redes sociales ‘lipedémicas’, de grupos de whatsapp, de grupos de Facebook… de casi todo. Lo necesitaba. No quería ni oír hablar de la palabra lipedema. Creo que es necesario parar un momento para no acabar mal de la cabeza. Aunque con esto no quiero decir que te tengas que olvidar para siempre, más bien todo lo contrario. Pero creo que sí es importante descansar y desconectar.
Esta etapa desde mi punto de vista es muy bonita. Empiezas poco a poco a aprender a disfrutar de tu nueva vida y de tus nuevas piernas. La mayoría de los problemas que te habían estado preocupando en la etapa anterior se van resolviendo y por fin empiezas a ver los resultados finales. Tus piernas cambian día a día hacia mejor. Descubres que se puede hacer ejercicio y correr sin dolor, caminar durante horas sin apenas consecuencias, empiezas a desprenderte de las medias de compresión y descubres nuevas cosas sobre ti misma de las que no pensabas que eras capaz. Aquí empiezas a ver finalmente que sí ha merecido la pena. Como veis, cada una tiene que sopesar los pros y los contras y preguntarse por qué quiere operarse, cuál es su principal motivación. Y por supuesto en definitiva una de las claves y de lo que más he aprendido es a tener PACIENCIA y confiar en el proceso.
Quiero acabar esta entrada de blog respondiendo una serie de preguntas más frecuentes que me han hecho sobre el postoperatorio. Voy a parecer gallega aquí, pero creo que podría contestar a la mayoría con un ‘depende‘. Aún así, os contesto con mi experiencia recordando siempre que cada postoperatorio es diferente y que hay mucha variabilidad de persona a persona:
- ¿Cuánto tiempo se necesita de baja? en el momento en el que me operé era estudiante así que no necesité baja laboral como tal. Sin embargo, se suelen recomendar mínimo 2-3 semanas. Yo personalmente creo que hubiera necesitado 1 mes más o menos de baja. Esto también va a depender del tipo de trabajo al que se vuelva (si son muchas horas de pie, si es de oficina, etc.).
- ¿Cuántos días te quedaste en Berlín para la primera cirugía? ¿Cuándo pudiste volver a tu casa en avión? Yo me quedé en un apartamento allí en Berlín 5 días antes de coger el avión de vuelta (el cual perdí, así que en realidad estuve 6 días más. Pero eso es otra historia que ya contaré). Personalmente creo que hubiera preferido volver a casa un poco antes, porque los primeros días me encontraba mejor y luego la inflamación e hinchazón comenzó a apoderarse de mí. Aquí lo mejor es preguntar siempre al cirujano. Una cosa muy importante para el avión de vuelta es pedir asistencia en el aeropuerto. Lo considero esencial, no creo que hubiera podido hacerlo sin ello. Te llevan en silla de ruedas desde la puerta de embarque, pasando por el control de seguridad y hasta la puerta del avión.
- ¿Qué cosas necesitaste para el postoperatorio? Tengo una entrada preparada hablando exclusivamente de las cosas que yo utilicé y que me sirvieron para el postoperatorio. Cuando la tenga publicada la pondré por aquí.
- ¿Cuánto tiempo tuviste que llevar las medias de compresión? Las medias de tejido plano las llevé más o menos 6-7 meses tras la primera cirugía. A partir de ese momento empecé a intercalarlas con medias de tejido circular hasta llegar al punto en el que estoy ahora en el que únicamente me las pongo en ocasiones puntuales (como cuando voy a estar muchas horas de pie o sentada).
- ¿Cuánto tiempo tardaste en volver a hacer ejercicio? ¿Y en volver a correr? Tras mi primera cirugía no me sentía cómoda corriendo ni haciendo ejercicio de alta intensidad. Así que entre ambas cirugías (pasaron más o menos 4 meses) me dediqué únicamente a caminar y a hacer natación. Esto lo hice prácticamente desde el principio, alrededor de 1-2 meses post-cirugía. Sin embargo, tras la segunda cirugía (la cual tuvo un postoperatorio más fácil) esperé más o menos 2 meses más para volver a hacer entrenamiento de fuerza y a correr de forma progresiva. 3 meses después ya tuve mi primera carrera.